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Pagar o no pagar la deuda externa, esa es la cuestión

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            La deuda pública argentina es la mayor cadena de dominación que maneja el capital financiero internacional y sus socios locales, los organismos financieros internacionales como el FMI y el Banco Mundial, los fondos de inversión como BlackRock y muchos inversores que sólo buscan obtener ganancias con sus compras y ventas de títulos y acciones, para fugar esos capitales sin hacer ninguna inversión productiva en empresas argentinas.

            El gobierno fascista de Javier Milei ha llevado este drama a su enésima potencia, puesto que a septiembre de 2024 el profesor y economista Horacio Rovelli puntualizaba que aquella deuda alcanzaba los 460.068 millones de dólares, de los cuales 9.394 millones habían sido incrementados durante la actual administración.

            Milei provocó a Cristina de Kirchner diciendo que él quería poner el último clavo en el cajón del kirchnerismo, con Cristina adentro. En realidad está queriendo poner el clavo en el cajón de nuestra Patria, teniendo en cuenta aquel endeudamiento feroz. En esto no es que el pasado gobierno de CFK fuera impoluto, pero la deuda pública que ella dejó en 2015 fue de 222.703 millones, cifra no menor pero que ahora se ha más que duplicado.

            Si nos remontamos a varias décadas atrás, los números también son espantosos porque reflejan que el peso de la deuda externa fue creciendo más y más. Por ejemplo, el gobierno reaccionario de Isabel Perón y López Rega, de tiempos de la fascista AAA, gobierno que tanto apoyó el PCR-PTP, dejó en 1976 el rojo externo en 7.875 millones.            Y la dictadura militar cívica de Videla-Viola, que apoyó la dirección del PC en esos años, con el superministro José Martínez de Hoz llevó esa deuda a 45.100 millones en 1983, paquetazo que le cayó al pueblo argentino y el gobierno de Raúl Alfonsín.

            La Universidad de General Sarmiento cuantificó la deuda de tiempos del peronista entreguista y neoliberal Carlos Menem: “Durante los diez años de gobierno de Menem, se va a duplicar, llegando a cerca de 122.000 millones de dólares, más 22.000 millones de dólares en deudas contraídas por las provincias y un endeudamiento externo de las empresas privadas que oscilaba entre 40.000 y 56.000 millones de dólares”. Y eso que el endeudamiento pudo ser mayor si este traidor a la Patria no usaba parte de los dólares obtenidos por su campaña masiva de privatización de empresas públicas, YPF, Gas del Estado, trenes, Aerolíneas, etc.

            Con Fernando de la Rúa, la deuda pública en Argentina en 2001 fue de 144.222 millones de dólares, creció 20.608 millones desde 2000.

            El Foro de Economía y Trabajo documentó el endeudamiento durante el gobierno de Mauricio Macri (2015-2019): “la deuda se incrementó en 97.927 millones de dólares, de los cuales 44.559,9 millones de dólares corresponden al FMI. En paralelo, en forma sistemática, se fugaron 86.200 millones de dólares”. Este último dato, de la fuga, proviene del Informe del Banco Central de mayo de 2020, durante el gobierno del Frente de Todos, que de todos modos traicionó su promesa electoral de investigar el crecimiento de la deuda externa y sancionar a los responsables.

            Lejos de ello, Fernández, CFK y Massa, las tres cabezas de ese gobierno entre 2019 y 2023 firmaron en marzo de 2022 un acuerdo con el FMI, votándolo en conjunto con el macrismo y Juntos por el Cambio en Diputados, con participación protagónica de Massa, que era por entonces titular de esa Cámara. Desde entonces el Fondo reconvirtió el préstamo dado a Macri en 2018 en un préstamo de “Facilidades Extendidas” hasta 2026, con revisión trimestral de las metas de ajuste interno comprometidas por ese acuerdo, con menos salarios y jubilaciones, devaluaciones y pagos de la deuda. En suma, la deuda siguió creciendo, así como los sufrimientos del pueblo trabajador y la dependencia de la Nación argentina.

            Lamentablemente una buena parte de los damnificados, en vez de reaccionar correctamente ante esa catástrofe votó en 2023 por Milei, que vino, como ya mostramos al inicio, a profundizar todos los dramas del ajuste, la deuda y la entrega del país al imperialismo.

            La deuda es una cadena que nos pusieron al cuello hace muchísimo tiempo, desde 1824, para ser precisos, cuando el entreguista Bernardino Rivadavia a nombre del gobierno de Buenos Aires contrajo un empréstito de 1.000.000 de libras esterlinas con la banca Baring Brothers de Londres. Como demostró el historiador Felipe Pigna, el Estado hipotecó sus bienes, rentas, tierras y efectos para garantizar el pago de la deuda y sus intereses. Escribió Pigna: “Tras el saqueo de la Baring y sus socios anglo-argentinos, del hipotético millón de libras, quedaban 552.700 libras. Lo que no se había modificado era el monto de la deuda que había que pagar que seguía siendo de 1.000.000 de libras”.

            En aquella oportunidad, el endeudamiento empezaba a convertir al país liberado de España en una semicolonia al servicio de los ingleses. El presidente Nicolás Avellaneda se comprometió en 1876 a pagar esa deuda externa, como sea. “Hay dos millones de argentinos que economizarán hasta sobre su hambre y su sed, para responder en una situación suprema a los compromisos de nuestra fe pública en los mercados extranjeros”, discurseó. ¡Y la estafa se terminó de pagar, con tantos intereses, en 1904!

            Esa línea entreguista dio saltos cuantitativos y cualitativos con fascistas y proyanquis como Milei, que no sólo se endeuda más y más, y paga más y más. Esto produce, por ejemplo, que sólo en 2025 habrá que pagar 20.000 millones de dólares. Para ser exactos, según el Foro de Economía y Trabajo: 17.200 millones de dólares más 2.100 millones de dólares de bonos Bopreal.

            Además Milei dictó el DNU 846/24 por el que se elimina la obligación que establece la Ley de Administración Financiera para realizar canjes de bonos de la deuda, de exigir mejores condiciones a los bonistas en por lo menos dos de los siguientes términos: plazo, quita de capital, o intereses.

            Y no sólo eso, que de por sí es dantesco, sino que además el gobierno impuso el Régimen de Incentivo a Grandes Inversores (RIGI) para que los inversores que traigan 200 millones de dólares puedan llevarse nuestro litio, petróleo, gas, cobre, oro, agua y demás recursos, con extraordinarios subsidios y facilidades, sin obligación de liquidar acá los dólares a partir del cuarto año de inversión.

            Por eso el PL dice que si con la Baring Brothers y Rivadavia empezó la semicolonia inglesas, hoy con Milei, Caputo y Sturzenegger, más toda la runfla facho libertaria que gobierna, nos convierten en una colonia yanqui.

            De allí que el punto de no pago de la deuda externa, auditoría de la misma para depurar el gran componente ilegal y fraudulento, y aplicación de esos miles de millones de dólares a obras y partidas que beneficien a nuestro pueblo, sus ingresos, educación, salud y hábitat, debe estar al tope de un programa nacional, democrático y popular, en un Frente Antiimperialista y Antifascista. ¡La deuda es con el pueblo, no con el FMI y BlackRock!

SERGIO ORTIZ

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