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RECESIÓN BRUTAL

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Peor que una pandemia

            En apenas 6 meses la economía argentina aceleró su debacle en niveles pocas veces vistos en el país, a pesar de la recurrencia de crisis que lo han caracterizado.

            El índice de producción industrial manufacturera (IPI Manufacturera) puso en evidencia que desde junio del año pasado la industria en el país viene en caída. Sin embargo, la debacle es mucho más acelerada desde diciembre último, a partir del cual se verificó una caída de dos dígitos en la cifra que representa la producción manufacturera interanual. Mirando sólo los primeros 5 meses del 2024, la producción total acumulada fue un 15,2% menor que en el mismo lapso del año anterior.

            El índice en cuestión surge de un relevamiento del INDEC sobre alrededor de 5.000 establecimientos industriales manufactureros de diferentes rubros. El último informe, publicado el 5 de julio, muestra que en los 9 rubros principales se produjeron retrocesos sustanciales respecto del año anterior. La menor caída productiva se registra en “alimentos, bebidas y tabaco”, donde se redujo un 7,7% respecto del mismo período del año pasado. La producción textil se desbarrancó un 15,9%, y “minerales no metálicos y metálicas básicas” registró un retroceso de 25,7%, a pesar de las políticas nacionales y provinciales otorgando beneficios a ese rubro.

            Los datos mencionados corresponden a mayo, pero los primeros indicadores conocidos para junio muestran que el proceso continúa: la producción de autos se retrajo un 16,7%, y los despachos de cemento fueron un 32,8% menos que en junio de 2023. Este último dato refleja la fuerte disminución de la actividad en la construcción -golpeada desde el principio por la suspensión total de la obra pública nacional- donde los datos oficiales de mayo exhibieron un 32,6% menos que un año antes.

            A nivel minorista, la caída del consumo queda de manifiesto en los datos que revela CAME: Las ventas del sector PyME se desplomaron un 21,9% respecto de junio del año pasado. La disminución afecta a todos los rubros, siendo “Perfumería” y “Farmacia” los dos con mayores retrocesos (-42% y -32,8% respectivamente). Correlativo con esos datos, la producción en las PyMEs refleja también un retroceso sustancial: según CAME, el Índice de Producción Industrial PyME refleja una disminución del 19% interanual.

            La baja de la economía, seguida del derrumbe en la producción, implica que cada vez hay más máquinas y recursos ociosos en la estructura industrial. El último informe publicado por el INDEC al momento de escribir esta nota mostraba que en mayo se utilizó sólo el 56,8% de la capacidad instalada, cuando un año antes ese porcentaje era del 67,8%. Entre los peores registros se encuentran la producción de textiles, que apenas empleó el 41,4% de su capacidad, y la industria automotriz que sólo ocupó el 45,5% en producción. Como consecuencia, las empresas del sector han despedido y suspendido personal. Recientemente, FATE pidió iniciar un “procedimiento preventivo de crisis”, que le permita realizar despidos a menor costo, mientras que SCANIA informó una nueva tanda de despidos. En un país capitalista (y dependiente), ante la recesión las empresas descargan la malaria sobre lxs trabajadorxs.

            En 2020 la actividad económica había mostrado una caída significativa. Pero en ese momento había una situación especial, con una pandemia de Covid-19 que limitó la movilidad en todo el planeta y trajo consigo la caída de la producción en casi todos los países (de hecho, sólo China, donde nació la pandemia, fue la única economía “grande” que no disminuyó su PBI aquel año).

            Una consecuencia de ese escenario a nivel macro es la caída de la recaudación, que fue de un 14,3% real respecto de un año atrás. El achicamiento del consumo es uno de los factores que inciden en ello, pero también lo es la disminución de los aportes patronales, indicativos de la menor actividad económica.

La disminución de los ingresos fiscales tiene otro componente fundamental en los lineamientos políticos del gobierno: quitar impuestos a los más ricos. Así, la mayor disminución porcentual de la recaudación fue la del impuesto a los bienes personales, que aportó un 60% menos en términos reales. En contrapartida, el gobierno viene aumentando los impuestos a los combustibles, que incide en la gran mayoría de la población al encarecer el transporte, mientras que  la “Ley Bases” consolidó ese mismo esquema, favoreciendo  a los individuos de grandes ingresos y reponiendo el impuesto a las ganancias sobre trabajadores.

            La lógica del ajuste que impone el gobierno de LLA y sus socios viene de la mano con una actividad económica decreciente, con menor recaudación y -por ende- con la necesidad del gobierno de aplicar más ajustes para asegurar el superávit que pretende su discurso y que requiere el pago de la deuda externa fraudulenta. En el mejor de los casos, podrá mostrar algún rubro en el que los números de la producción mejoren, quizás logre reducir la inflación (ambas son suposiciones que de ningún modo tienen garantía) pero a costa del empobrecimiento masivo, la destrucción de la industria local y la entrega de los recursos a los monopolios internacionales.

            Para detener esto, necesitamos conformar una alternativa política real, amplia y de carácter antiimperialista y antifascista.

JORGE RAMÍREZ

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