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El ajuste no para, la Ciencia si

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Desde que asumió Cambiemos el gobierno nacional han sido todas pálidas en materia de Educación y Ciencia y Técnica. Mauricio Macri presentó la continuidad del ministro Lino Barañao como un reconocimiento a lo que se había hecho bien en esa materia en los años anteriores, pero la única continuidad fue la de los vínculos con los monopolios y los intentos mercantilizadores de la educación, como el Plan Bologna y el sistema de créditos.

En 2019 esa perspectiva se profundiza. La financiación para la investigación científica se reduce un 40% con respecto al año pasado, y más aún con respecto a 2017, ya que en términos nominales se dispone de la misma cantidad de dinero, pero sin actualizar respecto a la gigantesca inflación y devaluación. ¡La Ciencia y la Técnica tienen congelado el presupuesto asignado desde 2017!

Pero no sólo pasa por ahí. A ese presupuesto desactualizado además se lo subejecuta. Según informan desde ATE (uno de los gremios del sector) el 80% del presupuesto va a sueldos, y sólo se ejecuta un 50%. ¿Por qué? Porque investigadores se jubilan o renuncian y esos puestos no se renuevan -a pesar de haber becarios con concursos y exámenes aprobados en condiciones de ingresar-. Unos 400 los cargos han quedado vacantes en los últimos 2 años y no han sido ocupados.

La desfinanciación es tal que gran parte de los proyectos no pueden avanzar en sus investigaciones. Distintos organismos plantean dificultades para mantenerse en funcionamiento, pues no alcanzan las partidas ni para pagar gastos de funcionamiento ni al personal de limpieza y otros trabajadores de los institutos.

Siempre hemos planteado el rol nefasto que en estos temas tienen el Banco Mundial, organismos internacionales que “se ocupan” de la educación y la investigación y los monopolios, grandes beneficiarios que con poco gasto usufructúan la ciencia pública argentina. A ese conjunto de elementos, a los cuales el gobierno de Cambiemos es funcional, hay que sumar al FMI. El organismo tiene sus veedores en las oficinas del Banco Central de la Argentina y actualmente comanda las finanzas nacionales, exigiendo al gobierno que alcance el “déficit cero”. Con respecto a la Ciencia pretende un 17% de ajuste más para alcanzar ese objetivo.

La fuga de cerebros vuelve a ser, como en los ’90, una realidad argentina. Más beneficios para los países imperialistas o proimperialistas, que reciben investigadores calificados sin haber invertido un solo dólar o euro en su formación y especialización.

Una Argentina independiente y soberana necesita de sus científicos trabajando en pos de los intereses populares. Eso reclama otro gobierno antagónico con el actual y con otras ideas en materia de Ciencia y Tecnología, mayor presupuesto, mejores condiciones y salarios dignos para los trabajadores.

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