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A pesar de la victoria de Maduro, los ataques no cesan

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La victoria electoral del presidente bolivariano, Nicolás Maduro, en las presidenciales del 20 de mayo pasado, pasará a la historia. Fue histórica porque fue una jornada en paz y transparencia, donde los esfuerzos del imperialismo norteamericano y de sus aliados serviles por impedir este acto comicial y desalojar del poder al presidente Maduro, terminaron una vez más en un rotundo fracaso.

Una hazaña si se tienen en cuenta varios meses del año pasado marcados por guarimbas, incendios de edificios públicos, quema de personas por los opositores al proceso revolucionario, las permanentes amenazas de una intervención militar estadounidense, las maliciosas propagandas de los medios hegemónicos, las sanciones económicas implementadas por el imperialismo y las maniobras de los grandes comerciantes y empresarios venezolanos desatando una guerra económica para provocar desabastecimiento de los productos básicos, muertes y una fuerte ola migratoria.

Sin embargo, en lugar de constatar la limpieza de los comicios mediante un sistema electoral ejemplar -elogiado hasta por el expresidente norteamericano Jimmy Carter-, los enemigos del proceso bolivariano del interior como del exterior, pretenden deslegitimarlos aludiendo que la abstención superó el 53%. Omiten decir que el presidente Maduro obtuvo el 68% de los votos emitidos, y que participó el 45, 99% del padrón electoral pese a esa espantosa guerra económica.

Esos mismos individuos, organismos y gobiernos que pretenden dar lecciones de democracia a los venezolanos, y que gritan con cinismo que Maduro es un dictador, convalidaron muchas elecciones que se realizaron en la región y el mundo con cifras similares; en varios casos la abstención fue mayor y los ganadores cosecharon un porcentaje inferior al de Maduro.

El impresentable Secretario General de la OEA, Luis Almagro, declaró: “el 20 de mayo pasado fue un día lamentable para la democracia en América Latina”. Este accionar nos indica claramente que siguen con sus planes para derrocar por todos los medios a Maduro.

Antes de los comicios, durante y después, los enemigos de los pueblos los desconocieron como válidos. Inclusive, ciertos gobernantes serviles a los intereses imperialistas tales como Macri en Argentina y Santos en Colombia se pelearon para ver quién encontraría la fórmula más despreciativa para descalificar la contundente victoria. En esta misma línea, la Asamblea de la OEA desarrollada entre el martes 5 y el miércoles 6 de mayo pretendió por presión yanqui hacer votar una moción que planteaba la expulsión de Venezuela. Al no poder alcanzar los 2/3 de los votos necesarios según la propia Carta de la OEA para imponer tal sanción, se conformaron con una moción plagada de advertencias, plazos y amenazas, etc.

Hace rato que el gobierno bolivariano ha anunciado que saldrá de la OEA. Decisión más que entendible, ya que se trata de un organismo que está muy lejos de bregar por la paz, la verdadera democracia, el respeto entre los pueblos de la región, pues funciona como “ministerio de las colonias” al servicio de los EE.UU. Y en el plano interno, más allá del llamado al diálogo por parte del presidente Maduro, hay un sector empresarial que busca paralizar el país mediante un aumento abusivo del precio de los pasajes de colectivos sobre todo interurbanos. Una forma para provocar también descontento popular y desafiar al gobierno.

En este contexto de peligro permanente, de intervenciones de cualquier índole en los asuntos internos de Venezuela para derrocar al presidente Maduro, lo correcto para los verdaderos progresistas y revolucionarios es reconocer, saludar y celebrar esta victoria histórica. Abrazar a este pueblo digno y valiente, y comprometernos a acompañarlo de manera concreta en la defensa de su soberanía y su derecho a la autodeterminación. También, hace falta confiar en este pueblo revolucionario bolivariano, en la capacidad y madurez del presidente Maduro como así también de los demás dirigentes del PSUV y sus aliados del PCV.           Esperamos que luego de esta gran hazaña política, encontrarán los mecanismos adecuados y oportunos, los cambios y las correcciones imprescindibles en el tiempo para solucionar ahora los acuciantes problemas que aquejan al pueblo. Dichos problemas, más allá de varios errores propios, son fundamentalmente las consecuencias directas de esta guerra económica.

Nuestra confianza es aún mayor, cuando vemos que luego de la victoria electoral, el presidente declaró persona no grata a dos diplomáticos estadounidenses y exigió su salida del país en 48 horas. Las razones de dicha medida son conocidas y más que suficientes después de varias advertencias a esos diplomáticos de poner fin a su accionar injerencista.

Es momento de cerrar filas y, sobre todo, tener la suficiente humildad para escuchar, tratar de comprender un proceso muy complejo y demostrar con hechos nuestra solidaridad para con el proceso revolucionario bolivariano.

                                                                                                 HENRY BOISROLIN

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