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Los datos muestran que aumentan la precarización y la inflación

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El gobierno anunció que en el último trimestre del año pasado hubo una baja del desempleo según datos del INDEC: 7,2% de la población activa (es decir, la suma de los que tienen trabajo más los que no lo tienen, pero lo buscan). El trimestre anterior este indicador registraba 8,3%.

A partir de ese dato parcial, el gobierno desplegó sus recursos comunicacionales para presentarlo como un logro. En el portal de la Casa Rosada destacaron que la disminución de esa tasa demostraba el “crecimiento de la economía”, señalando que fue la cifra más baja desde que el INDEC volvió a llevar las cuentas (segundo trimestre de 2016). Para reforzar esa afirmación, el texto oficial remarcó la suba de la tasa de empleo hasta el 43%.

La realidad es que esos números ocultan otros aspectos de la situación laboral: se incrementó la precarización y se redujeron los puestos de trabajo mejor remunerados.

A simple vista, las cifras publicadas en el informe “Mercado de Trabajo: principales indicadores (EPH)”, se observa que la suma de empleo y de desocupados llega al 50,2%… mientras que en el segundo trimestre de 2016 ambos indicadores totalizaban un 51%. Eso significa que hay una menor proporción de la población trabajando o buscando trabajo.

En segundo lugar, el 7,2% no es el resultado de haber constatado la situación de toda la población, sino en virtud de una muestra que permite una estimación con determinados niveles de confianza. El propio informe dice que el límite superior del “intervalo de confianza” es de 7,7%, lo que es superior al valor registrado en el mismo trimestre del año anterior (7,6%). Dicho en criollo, la supuesta baja no puede considerarse valedera, por no ser “estadísticamente significativa”. Considerar que se demuestra una disminución del desempleo es una manipulación de los resultados.

Otro aspecto que queda encubierto detrás de la manipulación es que el aumento del empleo se vincula con el crecimiento del monotributo. Es decir, hay más gente que trabaja, pero en parte porque ahora ofrece servicios de manera individual, sin la protección legal que implica el trabajo asalariado.

Además, los puestos de trabajo asalariado cuyos números aumentaron son los que tienen peores sueldos: construcción, reparaciones, gastronómicos, hoteleros, empleados de casas particulares, etc. En cambio, disminuyó el número de empleados en la industria manufacturera y en la explotación de minas y canteras.

En resumen: hay más gente que trabaja, en condiciones más precarias y con peores sueldos.

LA BAJA INVISIBLE DE LA INFLACIÓN

Macri dijo en entrevista con Mariana Fabbiani que la inflación bajaba “a una velocidad menor” a la que había imaginado; para despejar dudas, reiteró que de todos modos la suba de precios “está bajando”.

Los números, incluso los del INDEC, desmienten esa afirmación. En enero de este año el índice de precios fue superior al de enero del 2017 (1,8% vs. 1,3%) y en febrero mostró un resultado levemente más bajo (2,4% contra 1,5%). Para marzo, las primeras estimaciones (Instituto Estadístico de los Trabajadores) ubican la suba de precios en un 2.4% (la misma que registró el IPC en el mismo mes de 2017), en tanto el INDEC clavó 2,3. Abril arranca con una nueva suba de tarifas que inevitablemente presionará a la inflación. Aquí también pesó la suba del dólar, que arrancó el año en $19,00 y hoy ronda $20,50.

Las metas de inflación planteadas por el gobierno no son creíbles para los actores económicos a los que toma como referencia: el último Relevamiento de Expectativas del Mercado que realiza el Banco Central arrojó un pronóstico de un 2,1% para la inflación de abril y de un 20,3% para todo 2018. Las consultoras prevén una inflación similar a la del año pasado, por encima del 20% (entre ellas, Economía & Regiones y Ecolatina, cuya perspectiva ideológica es afín a la del gobierno)

El gobierno sigue hablando de una meta del 15%, que busca imponer de techo en todas las paritarias.

La intención de Macri es una nueva pérdida del poder adquisitivo en este año, en beneficio de los sectores económicos más concentrados. Cuenta con la colaboración de la burocracia sindical que se apura a firmar paritarias del 15% en cuotas. La lucha de los trabajadores requiere derrotar ese techo y -con ello- patear el tablero de esa dirigencia complaciente y entreguista.

JORGE RAMÍREZ

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