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El Partido de la Liberación y Malvinas

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En este abril de 2018, aniversario de la recuperación de las islas en 1982, Malvinas estuvo más presente en el pueblo. Hubo más debates, actos, viajes de familiares al cementerio de Darwin, repudios frente a la embajada británica, etc.

Ese mayor volumen puede haber tenido que ver con la desaparición del submarino ARA San Juan en noviembre pasado. Aunque no está probado que haya sido víctima de un misil inglés, sí es verdad que aquel andaba inspeccionando buques de pesca en nuestra jurisdicción y también barcos ingleses. Esa proximidad dio lugar a las sospechas y dio más densidad al aniversario de la recuperación.

Malvinas une a los argentinos y al mismo tiempo los divide profundamente. Los une porque son parte de nuestro territorio y fueron usurpadas por los británicos en 1833, y luego fueron recolonizadas tras la rendición del 14 de junio de 1982. Prácticamente allí se terminan las coincidencias.

La primera diferencia es sobre la importancia o no de las islas. Hubo y hay sectores oligárquicos, siempre listos a negocios con Londres, a los que les importa un pito Malvinas. Son los que recibieron como hermanos a los funcionarios y empresarios británicos para el Foro de Inversiones y Negocios que el Gobierno organizó en Buenos Aires, donde la entonces canciller Susana Malcorra se reunió con el vicecanciller Alan Duncan. Alguna vez la bestia de Mauricio Macri dijo no entender cómo un país tan vasto como el nuestro podía dar tanta importancia a asuntos como Malvinas. Faltó que dijera “tema menor”.

Esa primera diferencia básica sigue planteada. Macri no tiene ninguna estrategia ni plan para recuperar las Malvinas. El documento de Malcorra-Duncan planteaba negocios comunes con los británicos en turismo, hidrocarburos, pesca, vuelos y muchos otros rubros, sin limitaciones ni alusiones a la soberanía.

La postura del PL es opuesta a la del PRO-Cambiemos. Valora a Malvinas como parte del territorio nacional, de mucha importancia económica ictícola e hidrocarburífera, y de mucho valor geoestratégico en el Atlántico Sur.

La segunda diferencia se refiere a la guerra de 1982 y la dictadura militar que la llevó a cabo. Aprovechándose de esa circunstancia, los desmalvinizadores de ayer y de hoy ningunean la histórica recuperación del 2 de abril. La desprestigiada figura del general Galtieri les sirve para desprestigiar a la causa malvinera.

El PL cree que después de 149 años de reclamos inconducentes a Londres, estaba justificado el desembarco en Puerto Argentino. Al margen de la dictadura militar, no deseada por el pueblo, la recuperación de las islas fue un hecho objetivamente positivo. No importa para esa valoración qué gobierno, político o militar lo hizo. Todo lo que históricamente se hiciera por nuestros derechos en Malvinas es positivo, desde el reclamo de la gobernación de Buenos Aires en 1833 hasta la resistencia del gaucho Rivero, el operativo Malvinas de los ´60 cuando jóvenes peronistas desviaron el avión, etc.

En ese punto de vista nos guía el marxismo leninismo y la cuestión nacional. En un conflicto armado entre un país semicolonial y una potencia colonialista e imperialista, hay que apoyar al primero contra el segundo. Es lo que hizo Fidel Castro al recibir al canciller Costa Méndez en medio de la guerra y ofrecerle ayuda. Perú, México y Venezuela también fueron muy solidarios. Ellos no antepusieron el hecho de que gobernaba Galtieri sino la justicia del derecho argentino.

Para redondear esta polémica, es como si en la invasión de EE UU a Irak, en marzo de 2003, hubiéramos puesto por delante nuestras diferencias con el presidente Saddam Hussein. No. En esa contradicción había que apoyar a Irak contra la agresión del imperio y George Bush. Y en Malvinas, mucho más cuando el 2 de mayo de 1982 el submarino Conqueror por orden de Margaret Thatcher hundió al crucero ARA General Belgrano y mató a 323 tripulantes.

La tercera diferencia es qué hacer para recuperar las islas. Los desmalvinizadores sólo quieren business (negocios) con Londres y han puesto la soberanía bajo “el paraguas” menemo-cavallista. Ni siquiera aplican “la ley Gaucho Rivero”, que prohíbe el aprovisionamiento a barcos ingleses; tampoco la penalización de petroleras que depredan ilegalmente nuestro crudo cerca de las islas.

El gobierno de Macri permite que los monopolios ingleses de HSBC, British Tobacco, Shell, Glaxo, British Petroleum, etc, sigan haciendo grandes negocios en Argentina, permitiendo además que lleguen sus barcos y sus vuelos. Así nunca el Foreing Office sentirá presión para negociar la soberanía. Y así seguirá la base de Mount Pleasant de la OTAN. El PL plantea afectar esos intereses, mediante multas, cierres y expropiaciones, para forzar esa negociación diplomática.

La otra pieza de presión es que las Fuerzas Armadas tengan a Malvinas como su única hipótesis de conflicto. Deben estudiar las lecciones de la guerra de 1982, reorganizarse y corregir los errores, adquirir armamento moderno en países como Rusia, China e Irán que no nieguen después el aprovisionamiento y reactivar nuestras Fabricaciones Militares.

Eso no implica declarar ninguna guerra. Simplemente estar preparado para defendernos porque con el imperialismo nunca se sabe.

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