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Tercera Intifada en marcha, tras la provocación de Trump

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La bestia de Donald Trump tiene los récords de decisiones imperiales, discriminatorias, belicistas y contrarias a la ley internacional y la conservación del medio ambiente. Ahora se ha superado a sí mismo, porque el 6 de diciembre reconoció a Jerusalén como capital del estado de Israel. En consecuencia, ordenó trasladar su embajada radicada en Tel Aviv hacia la Ciudad Santa, aunque eso demorará cierto tiempo y según el canciller Rex Tillerson no podría ser implementada hasta 2019.

La Unión Europea, socia de Estados Unidos en cuestiones cardinales de política internacional y en la OTAN, también cuestionó el paso dado. En reunión de cancilleres en Bruselas le dijo a Netanyahu que no adhiere al reconocimiento del magnate de las torres y negocios inmobiliarios.

Esto ha sido tan brutal, desproporcionado, inconsulto, falto de todo sentido de equidad entre israelitas y palestinos, con desapego por la historia y la diplomacia, contrario a las negociaciones pacíficas, etc, que entre las reacciones adversas debe resaltarse la de Turquía.

El aval de Trump hará que continúe su curso el robo de tierras palestinas, la colonización ilegal en Cisjordania y la israelización de Jerusalén oriental. Habrá más muros del apartheid, una especialidad de Netanyahu que su aliado mayor los quiere erigir en la frontera con México.

 

BREVE HISTORIA

La decisión de mover la embajada de su país a Jerusalén fue votada por el Capitolio en 1995, en tiempo de Bill Clinton sucedido por George W Bush y Barack Obama. Todos mantuvieron esa política pro-sionista, aunque fueron poniendo extensiones al momento de aplicar tal decisión, sabiendo que el orbe los repudiaría y no sólo el mundo musulmán.

Trump ha sido el ejecutor de un plan concebido por Clinton y esos presidentes. La decisión de mover la delegación estadounidense a Jerusalén es contraria a la legalidad y la práctica internacional. Las 86 embajadas de países que reconocen a Israel están en Tel Aviv. Ninguna en la Ciudad Santa. Jerusalén tiene un estatus especial, dividida en una mitad occidental de mayoría judía-israelita y otra oriental de mayoría musulmana-árabe, tras la decisión de Naciones Unidas del 29 de noviembre de 1947, que partió en dos al territorio de Palestina.

Supuestamente convivirían dos estados, con Jerusalén como ciudad compartida. El problema es que antes de mayo de 1948, cuando nació oficialmente Israel, sus milicias y futuro ejército comenzaron con la limpieza étnica de árabes. Así comenzó el delirio sionista de Jerusalén como “capital única e indivisible” de Israel. Esa política se acentuó tras la victoria de la Guerra de los 6 días, en 1967, cuando el sionismo se apropió del control de facto y administrativo de toda la ciudad, arrebatándosela a Jordania. Lo mismo hizo con Cisjordania, parte del Sinaí egipcio, Alturas del Golán de Siria y Franja del sur del Líbano. En 1980 anexó la ciudad de las tres religiones, pero eso fue tildado de “violación del derecho internacional” por las Naciones Unidas.

La retirada de Gaza en 2005 es una verdad menos que a medias, porque allí mantiene el bloqueo económico y marítimo, más sus bombardeos e invasiones cada vez que lo considera necesario, como “Borde Protector” entre julio y agosto de 2014, que dejó 2.300 palestinos muertos.

 

TERCERA INTIFADA

La primera Intifada o levantamiento ocurrió en Gaza en 1987, luego que el ejército invasor asesinara a cuatro personas. Esa rebelión, con intermitencias duró hasta 1992, posibilitando la apertura de negociaciones entre las partes y la firma de los acuerdos de Oslo, en 1993. Se acordó un sistema de autonomía para los palestinos, con la Autoridad Nacional Palestina presidida por Arafat y radicada en Ramallah, Cisjordania.

Tales convenios fueron postergados y en parte violados, porque el régimen israelí continuó ocupando tierras ajenas y bloqueando la existencia legal del otro estado, prometido al cabo del quinquenio de autonomía.

Rabin fue asesinado por un neonazi israelí. El gobierno de Tel Aviv cayó en manos de fuerzas de ultraderecha como el Likud de Ariel Sharon, antecesor de Netanyahu en las provocaciones contra Palestina. Y por eso, tras la represión del 2000 en el Monte del Templo y Mezquita de Al Aqsa, comenzó la segunda Intifada, con piedras, pero también con acciones armadas de la vieja OLP, Hamas, Frente Popular y Frente Democrático para la Liberación de Palestina, etc.

A la muerte de Arafat en 2004 la titularidad de la ANP pasó a Mahmud Abbas, un moderado que quedó muchas veces en offside por su deseo de negociar la paz cuando no le ofrecían más que colonias y muros en Cisjordania.

Ni Obama ni sus secretarios de Estado Hillary Clinton y John Kerry pudieron más tarde sentar en la misma mesa a Netanyahu y Abbas. La continuidad de las colonias ilegales en Cisjordania y la ocupación de Jerusalén oriental quitó toda posibilidad de diálogo.

Una cosa es un lamentable impasse como esa y otra mucho peor es la crisis creada el 6 de diciembre por Trump, al apoyar unilateralmente a Israel y concederle visa legal a su ocupación de Jerusalén.

Dos días después, el viernes 8, tras los rezos en Al Aqsa y otras mezquitas, comenzó la resistencia palestina. Los soldados israelitas ya mataron a cuatro palestinos e hirieron a más de 800; los muertos fueron en Gaza, dos por acción del ejército y dos por bombardeos aéreos. Muchos de los centenares de heridos lo fueron por aquellos bombardeos y disparos de balas. La Intifada III está en marcha.

Emilio Marin

Fuente: LA ARENA

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